Las experiencias del amor, contadas en primera persona, resultan un bálsamo para tiempos inciertos. La psicóloga cuenta, con sensibilidad y con mucha lucidez, los problemas más comunes de las relaciones de pareja. El objetivo: crear consciencia del amor propio, de la importancia del cuidado de la mente y el corazón, pero sobre todo, nos invita a dejar los miedos para amar con libertad…

Por María José Troya C. @mariajosetroya Fotos: Pablo Rodríguez.

«Es el libro que me hubiese gustado leer a mi en la adolescencia”, sentencia Claudia en varias ocasiones durante la entrevista. No lo hace como autopromoción, sino como una confesión genuina en la que no quiere disimular el dolor al que se vio expuesta producto de sus fracasos amorosos. Tampoco hay tinte de drama o victimismo, es simplemente una de las conclusiones a las que llega después de varios años de investigar, cuestionar y trabajar con parejas de toda edad y condición.

Y es que el amor, más allá de ser el sentimiento más anhelado –o a consecuencia de ello– es el más difícil de encontrar y amoldar.

“La soledad es un monstruo. Desde mi consulta he visto cómo les duele estar solos y no tiene nada que ver con la compañía, sino con la conexión que no logran generar…”

Su libro, Amar no cuesta tanto (2021) es una recopilación de casos y consejos que van y vienen desde el amor; y por ende, hay sufrimiento, hay caos, hay desilusión, pero también empatía. Esa es la razón por la que la lectura se vuelve amigable y cercana; eso da la posibilidad de que la audiencia encuentre alguna luz al final de su túnel personal.

La entrevista transcurrió, como siempre, en el ambiente más relajado para Claudia, su hogar. Ahí está su hija Paloma, acomodando todo para que el resultado fotográfico sea perfecto y subiendo a sus redes los extractos de la visita. La química entre ambas es especial. Madre e hija vinculadas laboralmente, pero unidas por algo mayor.

Me atrevo a preguntarle, por qué escribir un libro más de amor, con tantos que ya hay en el mercado. Responde que no intenta ser un tratado desde la perfección y la lógica sino un compendio de casos contados desde la experiencia, desde el dolor, relatos en primera persona como alguien que los ha vivido, pero que también los ha visto en terceros. “Siempre es fácil opinar y juzgar cuando uno ve que alguien no está bien en el amor, hasta que nos sucede. Ahí nos damos cuenta que estamos confundidos, que no sabemos cómo actuar y, gracias a que estudié psicología y llevo mi consulta desde hace años, he podido manejar la situación con mucha más empatía y conocimiento. No hay respuestas correctas, pero sí hay caminos menos tortuosos.”

Escribir de uno mismo es una práctica de valientes, más aún para contar algo tan íntimo. ¿Cómo fue este proceso?

Tuve la oportunidad de formarme desde hace años con contribuciones constantes en medios, la corrección y asesoría fue hecha por expertos y eso me dio confianza para lanzar un libro de este tipo. Desde la parte más formal de la psicología y, desde la propia vivencia, tenía mucho por contar. Sentí que era el tiempo de compartir ahora que me siento en una etapa de plenitud y claridad. No fue fácil, pero el resultado es el que esperaba. Es un libro transparente que seguro ayudará a quien lo necesite.

El amor es el más universal de los sentimientos y aún así es muy difícil aprender a entregarlo o recibirlo sin dolor. Es algo que se vive de manera personal…

Correcto. Es difícil porque nos apropiamos de una visión muy nuestra para amar y cuando el otro no encaja empieza la desilusión, la lucha de poder frente a la pareja, la incomodidad de no sentirse amado a plenitud. Eso se da porque venimos arrastrando patrones de conducta desde la familia, desde la niñez y no sabemos cómo concebir nuevas formas de querer. En mi consulta he visto el dolor y lo reconozco porque también he pasado por eso. Creo entonces que quienes vamos un paso adelante, debemos tener esta generosidad de aconsejar para quienes van detrás. Es crear un mapa de ruta. Es un trabajo profesional y hecho desde la empatía total.

Es básico, desde la mirada de la experta, aclarar los ‘no negociables’ con la pareja desde un inicio. Tiene que ser algo real, claro, con consecuencias, sino, las personas siguen perdonando y aceptando cualquier cosa que les llega a su vida.

Pero casi siempre juzgamos al otro cuando no sabe cómo actuar en el amor…

Así es. Y se nos hace fácil dar consejos y criticar, como dije, hasta que nos sucede. Por eso, en mi libro trato una variedad de temas con profesionalismo, pero con cariño, con frontalidad, pero con respeto. La realidad de cada uno es sagrada y a veces lo que sucede es que estamos empantanados. Ahí debe entrar en escena alguien que resuelva el problema y sea algo de largo aliento…

Desde tu mirada y tus vivencias personales, ¿cuál crees que fue el factor constante que te hizo tropezar tantas veces?

Es difícil contestar, pero creo que es necesario sanar a la niña interior. Yo creo que a los 50 años logré entender mi legado familiar, los patrones que heredé y asumí, la falta de aceptación de quien fui y soy. Esa niña herida, la falta de seguridad y muchos apegos, el miedo al abandono me persiguieron a lo largo de las relaciones. Era fundamental sanar eso.

Pero entonces, ¿solo podemos sanar cuando ya tenemos experiencia? Es decir, cuando ya somos adultos.

No necesariamente. Yo creo que a quienes más les va a beneficiar este libro es justamente a los más jóvenes. Ellos de alguna forma, si van a caerse y levantarse, necesitan que alguien les hable del amor y del dolor de forma natural y frontal. Básicamente, porque les va a suceder una infinidad de situaciones y es mejor tener sus propias herramientas. Hay que mirar al amor de otra forma. Las primeras oleadas de amor son maravillosas, pero también terroríficas. Viene la inseguridad, la vulnerabilidad, las amistades de la misma edad están en lo mismo, no siempre hay como pagar terapia y este libro puede ser un gran aliado. Tener psicoeducación temprana es fundamental.

Y así como es maravilloso, el amor casi siempre se lo vive de forma conflictiva…

Para Claudia, muchos problemas tienen que ver con la comunicación. Y si esta se resuelve de manera asertiva, clara, pero afectuosa, nos estaremos ahorrando problemas mayores que explotan tarde o temprano. La clave: hablar con amor y con la consigna de la resolución del problema.

Es que el amor siempre te desafía, te pone de frente a tus peores demonios y te hace evidenciar tus limitaciones. Muchos no se van a responsabilizar, y el rato que sienten el miedo y el dolor ahí lo dejan todo. No les gusta mirarse a sí mismos y eso es parte del fracaso. Es necesario responsabilizarse, tomar acción sobre uno mismo: ver tu propio apego, tu propio control, tus celos, tus flaquezas, tus venganzas, tus miedos, etc.. Es doloroso porque es reconocer la vulnerabilidad propia, pero para amar bien hay que romperse. Eso requiere de valentía, pero vale la pena. La soledad es uno de los monstruos que más nos acecha.

Sin embargo, nos enfrentamos a una generación que está constantemente empoderada a ser independiente, sin pareja, sin ataduras, sin hijos. Y si bien el camino y la decisión es propia, la soledad parece que no es una buena opción. Pero solo al pasar los años nos damos cuenta de esto…

Estoy de acuerdo, salvo honrosas excepciones, que debemos estar y vivir acompañados. Es un tema natural y es casi instintivo buscar compañía, ese vínculo de amor es necesario. Hay consultantes que me dicen ‘tengo mucho amor para dar, pero no hay a quien’ (risas). El problema es que condicionan ese amor a su molde: es a su forma o no hay forma. La madurez debe servirnos para abrir la mente, para ser generosos y aprender a amar, no para disminuir u opacar al otro.

¿Cómo, entonces, entender el desapego de la manera adecuada para tener parejas y familias exitosas?

Es una demanda constante, nunca termina. Para ser pareja y para amar hay que apegarse. No hay otra forma, se debe querer estar ahí. No se puede empezar algo sin tener los dos pies adentro; se debe añorar la presencia del otro, el olor, el cuerpo… Solamente que ese apego no es dependencia y por ende no se va a dejar de ser quien uno es: no se puede cambiar los gustos, las preferencias, la forma de ser, el trabajo que uno tiene con tal de encajar. Se debe mantener la esencia. Y por otro lado, se debe tener la seria convicción de que se puede vivir sin el otro; es decir que la vida no se acaba si el otro se va. No es sencillo, pero es la meta de saber vivir en pareja.

¿Cómo cuidar el corazón a quienes aún son pequeños y están en proceso recién de entender el mundo?

Los niños deben sufrir para aprender. No hay como ahorrarles ese proceso. Muchos padres querrán que nunca les engañen, que no les rompan el corazón, pero es imposible. El mundo no es una utopía y mas bien hay que cuidar de no criar y crear niños frágiles. Deben tener herramientas para enfrentar al mundo y a las relaciones, pero lo que sí debemos hacer –y que no hubo en generaciones pasadas– es decirles ‘cuando tú te caigas, yo voy a estar ahí. Cuando tú tengas problemas o dudas, yo te voy a ayudar. Está bien lo que sientes, está bien ese dolor y aquí estoy de forma incondicional para Es básico, desde la mirada de la experta, aclarar los ‘no negociables’ con la pareja desde un inicio. Tiene que ser algo real, claro, con consecuencias, sino, las personas siguen perdonando y aceptando cualquier cosa que les llega a su vida. 47 Entrevista acompañarte y amarte’. Eso no era algo común de escuchar ni de decir, pero es un gran paso para fortalecer a los niños desde pequeños. Y, otra cosa que he comprobado con mis hijos y, que creo que es una clave para criar niños exitosos, es manejar cualquier situación con la verdad. Jamás he contado una historia que no es, jamás he dejado de hacerme responsable de mis errores, si tuve una pareja jamás la escondía: siempre he manejado mi vida con la verdad y eso, a final de cuentas, cambia la dinámica familiar para bien. Esas verdades, por muy dolorosas que sean, son la base más estable para crear vínculos sólidos que duran para siempre.

¿Ha sido doloroso escribir este libro?

No, en absoluto. Eso sucede porque todo lo que escribí está resuelto, tengo claridad y certeza frente a esos problemas. Tener la mente clara y el corazón en paz me ha permitido escribir con el alma, pero con profesionalismo y ganas de ayudar. Cuando hay tormentas no se puede resolver nada… Para Claudia este libro ha cerrado ‘en redondo’: no hay temas pendientes por abordar, su familia ha sido el gran pilar para lanzarlo y sus lectores, de toda edad, están conectados con las herramientas que ella ha compartido. Y es que desde la mirada adulta y generosa, la lectura que ofrece se convierte en un vínculo estrecho para entender y dejarnos guiar en este camino, lleno de trabajo y satisfacciones, que nos da el amor.

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