Observaciones acerca de uno de los símbolos de nuestro tiempo.
Por: Sasha Santamaría (Consultora de Moda y Estilo)
Se dice que la moda actúa como espejo del ánimo de nuestras sociedades, siendo capaz de transformarse al ritmo de sus cambios políticos, económicos y sociales. Desde siempre, su empatía le ha permitido cambiar de piel frente a los múltiples hitos transformadores del mundo, vistiéndolo en sus diversos virajes, tanto en sus crisis como en sus bonanzas. Y es que la moda es parte de la historia de la humanidad, y en este momento, en el que atravesamos una pandemia de escala global no deja de ser la excepción. Es posible reconocer cada hito de la historia del mundo a través de una pieza de indumentaria, tal como asociamos a las mini faldas con el estallido juvenil de los 60, dentro de unos años identificaremos al 2020 con las mascarillas o tapabocas, como el vestigio de una epidemia que nos llenó de incertidumbre y que trastocó la normalidad de nuestra cotidianidad.
Este elemento que nos resulta inusual y que desde el inicio del brote del covid-19 forma parte de nuestro aparataje indumentario, es una de las herramientas que por el momento tenemos a nuestro alcance para ayudar a frenar la propagación de este virus, y que seguramente, usaremos por un tiempo indeterminado. Y es que su uso colectivo se ha convertido en un acto de civismo y consideración hacia la salud pública, una manera de asegurar y confirmar de que estoy cuidándome y cuidando de los otros, algo que es común en países del Asia del Este como Japón y Corea del Sur, donde esta práctica es habitual entre los ciudadanos, como una medida para evitar enfermarse o enfermar a los demás.
Signo de subversión
Si bien, durante estos meses en que la pandemia se convirtió en el tema central a nivel mundial, y con ello, las mascarillas como símbolo de salubridad, en algunas latitudes es vista como un signo de rebelión. Los manifestantes de Hong Kong -que en junio del 2019 iniciaron sus protestas para exigir el retiro del proyecto de ley de extradición promulgado por Carrie Lam, jefa administrativa de la región- convirtieron a los tapabocas como parte de su uniforme de combate, completado con sus ropas negras y paraguas para evadir las bombas de gas. Su uso incluso llegó a ser politizado, luego de que Lam presentara una ley que prohibía su portación en espacios públicos.
De igual manera, el cantante Bud Bunny, lució este complemento en julio de ese mismo año en su natal Puerto Rico durante las manifestaciones que exigían la renuncia del gobernador Ricardo Roselló. La prueba de que el contexto altera la connotación de un elemento.
Recursividad en tiempos de escasez
La alta demanda de mascarillas ha provocado su escasez en las zonas donde el virus ha llegado a su punto más alto. Desde Nueva York hasta Madrid, su desabastecimiento es contundente, lo cual ha despertado la capacidad resolutiva de los ciudadanos. Las versiones hechas en casa son el paliativo para resolver esta carencia, soluciones que resultan oportunas ante esta emergencia y la exigencia de los gobiernos sobre la obligatoriedad de su uso, una medida que hace pocos días entro en rigor en nuestro país. Una mascarilla casera es una alternativa que nos protegerá y nos permitirá acatar esta medida de salud. Si bien existen opiniones divididas alrededor de su efectividad, un estudio realizado por la Universidad de Cambridge explora sus ventajas y posibilidades de protección, sugiriendo su confección en tejido de cien por ciento algodón o polialgodón, materiales a los que le adjudican una capacidad de filtración del 69 y 74 por ciento respectivamente. Así que si tienes habilidad para la costura y una máquina en casa, te animamos a confeccionar tus propias mascarillas para tu protección y la de tu familia, y puedes hacer unas extras para donar a quienes lo necesiten. De esta manera, podrás obtener una mascarilla lavable, reutilizable y con sentido ecológico, ya que no generarás desechos y además evitando la compra de las quirúrgicas, ayudarás a que las pocas unidades existentes queden reservadas para el personal médico.
Nosotros probamos la confección de este práctico modelo con bolsillo interior en el que podrás disponer un elemento absorbente como papel de cocina u otro similar a manera de filtro:
Si no cuentas con una máquina de coser, te compartimos esta sencilla opción que te permitirá crear una mascarilla utilizando un pañuelo y dos bandas de goma:
Ten presente sanitizarla luego de cada uso, lavándola con agua caliente y jabón. Cuando esté seca, completa su ciclo de desinfección pasando una plancha caliente. Y listo. Podrás volver a utilizarla.
De la funcionalidad a la tendencia
Mucho antes de que iniciara la pandemia del covid-19, algunos diseñadores comenzaron a explorar e incluir en sus discursos mascarillas como accesorio. Entre ellos, destaca el diseñador chino Zhijun Wang, que en 2014 alumbró su propuesta de mascarillas antipolución, idea que surgió en búsqueda de protección ante la contaminación del aire que sufre su natal Beijing. Frente a esta problemática, el diseñador eligió deconstruir su colección de tenis deportivos para desarrollar mascarillas de formas futuristas que cubren los requerimientos tanto funcionales como estéticos, lo que rápidamente llevó a convertir sus piezas en objetos de culto del streetwear.
Durante los desfiles de las pasarelas del 2019, diseñadores como Marine Serre y Dolce & Gabbana anticiparon la coyuntura presente y complementaron sus estilismos con tapabocas personalizados a su estilo, augurando así el nacimiento de una tendencia.
Y es que en términos de diseño la funcionalidad va alineada con la estética, y seguramente, ahora que tendremos que habituarnos a un uso más frecuente de las mascarillas, desearemos apersonarlas a nuestro gusto y por qué no, conjuntarlas con nuestro vestuario. Esto fue lo que demostró Zuzana Caputova, la actual presidenta de Eslovaquia, ejerciendo de early adopter al presentarse en un acto público ataviada en un traje magenta cerrando su composición con una mascarilla del mismo tono, movida que le sumó halagos y críticas, pero que al final de cuentas, demuestra el giro que tomará nuestra imagen al adoptar este novedoso elemento a nuestro vestir.
Así que tanto por salud o por tendencia o la combinación de ambas, concienciarnos sobre la importancia de las mascarillas y habituarnos a su uso consolida un gesto de altruismo y de compromiso comunitario de salud, al ser una de las pocas armas con las que contamos para contrarrestar esta epidemia, nos uniforma y de alguna manera, nos recuerda que estamos juntos en esto.
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