
Por Martha Dubravcic. Fotos: Getty Images
Aunque cualquiera podría adquirir lo que quisiera en el universo fashion, lo cierto es que hasta hace algunos años, una figura con sobrepeso, con discapacidad o que perteneciera a un grupo racial minoritario, automáticamente se quedaba fuera.
También si era mayor a los 40 ó 50, era una transgresión tomar algo de las perchas pensadas para las de 20. La moda practicó la exclusión y la discriminación por muchísimo tiempo y hoy, cuando el cambio es la norma, la moda se sube al tren de la inclusión.
La moda ha pasado por muchas etapas y siempre ha representado un lenguaje que habla de nosotros mismos, que espera lo que somos, cómo pensamos y cómo vivimos. Expresa nuestra cultura, nuestro lugar en el mundo y la manera cómo lo interpretamos. Su característica principal es la temporalidad y el carácter colectivo; es decir que dure un momento o tiempo determinado y que aglutine a un grupo significativo de personas.
Como todo, o como muchas cosas, es difícil hablar de la moda independiente
de un contexto, de un momento histórico o de un momento social. No es ajena a ello, porque su dinámica y su lugar es social.
En el contexto de la primera guerra mundial, por ejemplo, la moda femenina tomó elementos muy sencillos, enfocada en la funcionalidad y comodidad, debido a que la mujer se incorporaba a la vida laboral. La segunda guerra mundial, por su lado, dibujó un contexto de escasez que permeó la moda y las prendas se elaboraron con menos tela y materiales alternativos menos costosos. Un artículo sobre la moda y su evolución, publicado en el portal audaces.com muestra estos aspectos y segmenta otros momentos por los que pasó la moda.
No sólo la historia, también lo cultural marcó hitos de cambio en la moda. La cultura hip- pie en los 60 y 70 definió un estilo relajado, informal y una estética propia. Más tarde, como señala el mismo portal, vinieron tiempos de ostentación, de mucho glamour y brillo que se expresó en las prendas extravagantes y discotequeras. “La era de la discoteca se distinguía por ropa ajustada, brillante y colorida, mientras que el punk valoraba la rebeldía y la audacia, con prendas rasgadas, remaches y cuero” (audaces.com).
En los 90, parecía que ningún exceso era de mal gusto, sino al contrario. Colores, estampados, accesorios, todo a la vez. Y en ese escenario, influenciado por el consumismo y el capitalismo, las marcas de lujo se posicionaron como símbolo de estatus, poder y éxito. El auge de las marcas finas revolucionó la moda, pero no para siempre.
En las últimas décadas, la moda fue transformando y nutriendo de muchos elementos, desde la irreverencia de nuevos diseñadores y marcas emergentes, hasta las subculturas y diversidades que se expresan de
tantas y particulares maneras. Entonces la moda se alza diversa, auténtica, con ganas de tomarse aquel mundo inmenso y plural, con el ímpetu para expresarlo a través
de propuestas. Así las voces de las minorías aparecen en la moda, las voces de la conciencia ambiental y social también; y este espacio debe configurarse cada vez más inclusivo, al ritmo de lo que el mundo de hoy exige.
SI ES DIVERSA DEBE SER INCLUSIVA
¿Qué significa la moda inclusiva? Como punto de partida, una moda accesible a las personas independiente de su raza, género, talla o capacidades. Y, como señala el portal academiasisa. com, más allá de una corriente que fomenta la compra y el consumo, busca promover el respeto a la particularidad de las personas, que se sientan representadas y puedan participar plenamente en la industria.
Que la diversidad esté presente en la moda no necesariamente significa que haya inclusión. Una cosa es mostrar modelos diversos, y otra cosa es que tengan voz dentro de la industria. De modo que, si reconocer la diversidad es el primer paso, incluir a los diversos de forma genuina será el segundo.
Aquí nos centramos en algunos ejes de la moda inclusiva, con la certeza de que la inclusión ha avanzado en unos aspectos con más celeridad que en otros, y con la convicción de que quedan aún muchos retos y una larga ruta a recorrer.
MODA SIN GÉNERO
Cuando en la sociedad el debate de la homosexualidad ha sido superado por una diversidad sexo genérica que se expresa en muchas más categorías, la dis- cusión sobre el binarismo se desdibuja. De modo que aquellas dos categorías en que se dividió a la moda durante siglos: lo femenino y lo masculino, ahora debe abrirse un abandono a un abanico de muchos colores.
La tendencia de la moda sin género toma fuerza con prendas que pueden ser usadas por hombres, mujeres y por todas las identidades no binarias y, desde esta lógica es muy libre porque priman el gusto, la comida y la voluntad de elegir, sin que se nos imponga ir a las marcas femeninas o masculinas, o a las perchas rotuladas con “hombre” o “mujer”.
Esta tendencia pone en jaque a las marcas tradicionales que se orientaron a lo femenino/masculino, desbaratando los patrones, cortes y materiales. Y si algo destacamos, además de la libertad y versatilidad en la moda sin género es que, al tratarse de prendas más versátiles y atemporales, es más sostenible.
CUERPOS Y TALLAS
Cuánto daño ha hecho la moda convencional principalmente a la juventud, desesperada por llegar a la talla “0” y frustrada por no ser como aquellas modelos de publicidad y pasarela, delgadas, espigadas, libres de grasa y de curvas. La factura de los desórdenes alimenticios fue tan alta que las marcas tuvieron que volcar la mirada a la realidad de millones de personas que no tienen los cuerpos dibujados en proporciones perfectas, ni las tallas consideradas ideales.
La moda entendió que debía ser para todos y no discriminar con la crueldad con que discriminó por décadas. Cuando la marca Victoria’s Secret cayó en reputación y ventas debido a su descarnada selección de modelos y cuer- pos que dejaba fuera a la mayoría de mujeres, dio un giro inclusivo que le devolvió el rédito, al incluir en sus modelos, a cuerpos curvilíneos, mujeres con sobrepeso, con capacidades diferentes y de distintas etnias. Una revolución, sin duda, para quien fue referente de la belleza ideal, por mucho tiempo.
Hoy muchas marcas siguen esta ruta, convencidas de que incluir en su producción tallas hasta la 56 no es un acto heroico ni muchos menos bondadoso, sino un giro a la realidad de millones de personas. Marcas como la belga Ester Manas, la de Rihanna Savage x Fenty; Lucy and Yak, Tommy Hilfiger, MNG, H&M, o Pantys, la marca bra- sileña de bragas que ofreces desde XS hasta XXXL, y muchas otras han cambiado el ritmo de lo que se consideraba ‘fashion’, así como de la exclusividad de quienes accedían a la moda.
El portal elespanol.com, en un artículo titulado “13 marcas de moda inclusiva que deberías tener en tu radar”, destaca cómo estas marcas transformaron los estándares de la moda, al promover que no hay por qué avergonzarse de las curvas. “La diseñadora Karoline Vitto redefine los códigos de la industria celebrando todos los cuerpos y todos los aspectos de la feminidad. A través de modelos con curvas voluptuosas, la marca patrocinada por Dolce & Gabbana aboga por la autoaceptación e invita a otras marcas a dar más espacio al color y a las curvas”, señala la publicación.
TODAS LAS ETNIAS Y RAZAS
Seguramente todos recordamos, desde hace muchos años, la imagen publicitaria de Benetton, que fue quizás la primera marca en incluir razas y orígenes diversos, pero más como una analogía con el colorido de sus prendas. Sin embargo, hoy no es la única, en un contexto social en que el reconoci- miento de la diversidad étnico-racial no admite, al menos políticamente, discriminación.
La marca Lucy & Yak es una de las que más y mejor practica la inclusión; desde sus inicios, se ha comprometido desde con cuestiones como la diversidad, la raza, el género, la inclusión de tallas, la ética y la sostenibilidad. “Desde ropa interior hasta prendas para todas las estaciones, Lucy & Yak es un ejemplo perfecto de marca inclusiva, nueva e innovadora. La marca cuenta con un podcast llamado Trust Yourself, cuyo objetivo es motivar a quienes lo escuchan, pero sobre todo es una oda a la autoaceptación” (elespanol.com).
La inclusión no se expresa únicamente en el uso de colores, siluetas y diseños inspirados en etnias y culturas, sino en que éstas sean genuinamente representadas, más allá del exotismo y de constituirse como consumidoras. Se trata de que sean voces que impacten dentro de la industria, que sean capaces de influir en ella y que la propia industria esté dispuesta a transformarse.
El artículo “Diversidad e inclusividad en la industria de la moda”, publicado en el portal luxiders.com menciona “el incidente en el que una modelo negra fue rechazada de una sesión de fotos porque ‘no había equipo de peluquería y maquillaje capacitado para peinar a una modelo negra’. Este incidente muestra que contratar modelos negros no es suficiente si la infraestructura en la industria no está construida para acomodarlos. Este incidente solo revela la necesidad de una revisión completa de la infraestructura en todos los aspectos de la industria de la moda”.
El mismo artículo relata que en la pasarela de Prada de otoño de 2018, “Anok Yai hizo historia como la primera modelo negra en abrir un show de Prada en 20 años. Pero, ¿debería Prada ser aplaudida realmente por esto? Todos conocemos el pasado problemático de Prada, a saber, los objetos ‘Pradamalia’ que evocaban al racismo en diciembre de 2018. Por eso nos preguntamos: ¿puede considerarse que si una modelo negra abre su show, Prada está mostrando un progreso?”
CAPACIDADES DIFERENTES
Esta dimensión es quizás la que más tiempo tardó en permearse en el uni- verso de la industria. Es probablemente la que más obstáculos y retos re- presentó para el mercado y al mismo tiempo es la que hoy más se aplaude.
En el 2018, Tommy Hilfiger creó su colección de ropa adaptada para personas con discapacidad motriz. “La colección Adaptive revisa prendas ya existentes y la lucen famosos con discapacidad, como jeremy Campbell, ayeyla paralímpico, y Cheslie Hill, bailarina parapléjica. ¿Cuáles son las novedades? Cremalleras manipulables, cierres de velcro, botones magnéticos para una mayor amplitud de movimientos y mayor comodidad” (elespanol.com). También la marca deportiva Nike, con Nike Adapt ha pensado en las personas con discapacidad y movilidad reducida, lanzado unas zapatillas que se atan solas, gracias a una aplicación móvil que hace posible ajustar los cordones sin usar las manos.
Este grupo de personas, se integra a la moda gracias a la corriente que algunas marcas han decidido explorar. Nialafoz.com es una marca femenina que utiliza fornituras como velcros o botones imantados que facilitan la tarea de vestirse, sin perder el gusto por la estética y la moda. Cierres fáciles, materiales adaptables y texturas muy cómodas, pero sobre todo, transmiten un mensaje de marca en que todos se sienten representados.
A la par de las colecciones para nece- sidades diversas, también las marcas, empezaron a abrir sus puertas a mo- delos con discapacidades físicas o sen- soriales, personas en sillas de ruedas y con síndrome de Down, desafiando estereotipos y demostrando que la belleza no tiene límites ni barreras, señala es portal academiasisa.com.
LA NO-EDAD TAMBIÉN EN AUGE
Durante décadas, la moda definía nuestra edad. ¿Cómo? porque dictaba que, a partir de cierta edad, las mujeres debíamos abandonar la falda corta, los jeans, los zapatos deportivos y el pelo largo, al llegar a la madurez las perchas jóvenes eran negadas para este segmento. En el universo masculino algo similar, a cierta edad, ya no había cómo vestirse como chicos, y había que apuntar a colores sobrios, abandonar los shorts y las camisetas.
Y al revés también. La moda infantil venía divertida y en colores pastel, con detalles delicados como la caricia de un bebé. A los niños y niñas se les asignaba el color rosa y celes- te, y se les negaba el color negro, por ejemplo, y ciertos materiales y diseños, considerados de adultos. Hoy, la voz contra la edad en la moda se expresa clara y nítida. Cada quien escoge y viste lo que le gusta, con lo que se siente cómodo y ya. Así como no importa si una prenda es masculina o femenina, mucho menos nos importa si es juvenil o para grandes. Los segmentos joven y adulto se desdibujan y dan paso a la diversidad más amplia, tanto que no falta quien, sobre los 40, eche mano a una prenda infantil suelta u oversize que le guste y le calce, y por lo cual no siente ninguna incomodidad ni sentido de transgresión.