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Fotos por Sebastián Encalada cortesía: Output
El sábado 20 de julio fue el primer concierto de la gira de estadios de Morat en Ecuador que empezó en junio en la ciudad de Madrid. Quito fue la afortunada de ser testigo de un show mágico, lleno de energía, nostalgia y un sinnúmero de emociones. El primer concierto de Morat en el país fue en el año 2017, tomando lugar en la Plaza de toros Belmonte en el centro de la ciudad. Siete años después, en el 2024, la ciudad los recibió nuevamente en el Estadio Olímpico Atahualpa, gracias a Output, donde más de 30,000 personas fueron parte de este show inolvidable.
La banda, que tiene contrato con Universal Music, fue originada en Bogotá, Colombia y está conformada por Juan Pablo Isaza, Juan Pablo Villamil y los hermanos Simón y Martín Vargas. Todos con un sueño en común. Nostálgicamente, su gira de estadios trata al rededor de un ambiente en el que la banda invita a sus fanáticos a soñar en grande así como ellos lo han hecho y a cumplir sus sueños más profundos. Esta es la razón por la que la gira tiene un “código de vestimenta” y la banda invita a sus fans a ir en pijama a sus conciertos. Todo esto, sin dejar su esencia cercana y amigable con el público que sin importar que tan grande sea, siempre se sienten parte de un ambiente cálido y extremadamente íntimo.
Durante el show, la banda tocó desde su primera canción (Eres mi nuevo vicio), hasta las canciones de su último álbum (SI AYER FUERA HOY) y llevaron al público en un viaje lleno de memorias y emociones durante dos horas y media. El estadio estallaba con energía de la gente que esperó con ansias el concierto número quince de la agrupación en el país.
La semana que viene, la gira continúa en la ciudad de Guayaquil, y luego la banda viajará a Santo Domingo en República Dominicana en agosto y al rededor de Latino América durante lo que queda del año; terminando en Ciudad de México en diciembre.
Sin duda, este concierto cumplió y sobrepasó las expectativas de cualquiera que fue parte del mismo. Una vez más, Morat demostró la importancia de soñar en grande y de sentir nuestras emociones sin importar lo grandes y profundas que sean.
