No solo las 13 vitaminas esenciales, también están los minerales y otros elementos que la salud humana requiere para que la máquina del cuerpo funcione adecuadamente. Sin embargo, nos preguntamos ¿cuáles de estos son necesarios en qué etapa de la vida y para qué fin, y si en muchos casos el negocio de la salud preventiva no nos está envolviendo con promesas de bienestar a veces inalcanzables?
Por Martha Dubravcic. Fotos: 123RF.
Es cierto, el cuerpo necesita vitaminas para el funcionamiento celular, el crecimiento y el desarrollo. Todo debería estar cubierto en una dieta completa y equilibrada desde el nacimiento, pero sabemos que en muchos casos no ocurre, y con los problemas nutricionales de nuestros países, sumado a los malos hábitos alimenticios (exceso de comida chatarra, carbohidratos, grasas saturas y alimentos procesados) y los altos niveles de estrés, los déficits aparecen cada vez más temprano.
Eso ha llevado a las industrias a ofrecer más y más opciones de suplementos para enmendar las carencias. Tantas que nos perdemos en la marea de nombres, ofertas, características y promesas de vida saludable. La salud preventiva se ha convertido en un negocio cada vez más rentable. La ruta para salir del desbordante universo de opciones de vitaminas y suplementos parece no ser otra que la del acompañamiento de un profesional de la salud que sea capaz de orientar, en cada caso, cuáles son los requerimientos específicos de cada uno.
En un artículo de bannerhealth.com la enfermera familiar Alexandra Lessem dice que“Muchos estudios han demostrado que las vitaminas que se encuentran en los alimentos reaccionan de manera diferente (y mejor) en el cuerpo que las que se toman en forma de pastillas, polvos o líquidos”. Cuándo, por qué y para qué parecen ser las preguntas que deberíamos responder junto aun profesional médico cuando nos vemos tentados a sumergirnos en la obsesión por los suplementos, cuando los amigos nos sugieren tal o cual cosa para sentirnos mejor o cuando por intuición señalamos en la percha algún elemento en que de decidimos confiar.
Las tres preguntas tienen que ver con la coherencia y responsabilidad a la hora de hacernos amigos inseparables de las vitaminas, minerales y suplementos. Cuándo tomar suplementos vitamínicos tiene que ver con los requerimientos en cada etapa de la vida; el por qué tiene que ver con la necesidad o motivación:¿tenemos algún déficit? ¿hay sintomatología o exámenes de laboratorio que sustentan? Finalmente, el para qué se refiere a aquello que queremos obtener y siempre estará en función de la necesidad.
Hay micronutrientes específicos indispensables para el desarrollo o funcionamiento específico en cada etapa de la vida. No tiene el mismo efecto tomar calcio a los 20 que a los 60. Los niños requieren vitaminas que probablemente no los adultos; las mujeres gestantes requieren especialmente en esa etapa y la previa, de vitamina B9 conocida como ácido fólico. En términos muy generales echamos una mirada a las necesidades a lo largo de la vida. Si una dieta no es suficiente para aportar estos nutrientes, el especialista en salud deberá determinarlo y orientar qué ingerir como suplemento.
En la primera etapa, los bebés necesitan fundamentalmente vitaminas A, D y hierro.Aunque se considera que la leche materna es el alimento más completo y perfecto para el bebé, a partir de los 6 meses requiere otros nutrientes que obtiene con la ingesta de alimentos que inicia en esa fase. Más adelante, en la pre adolescencia y adolescencia, entra en acción el calcio y continúa la necesidad de la vitamina D para su desarrollo. Una buena alimentación le aportará al niño lo que necesita, pero si hay un déficit, los suplementos están ahí. A de partir de esta etapa, calcio y vitamina D encabezan la lista de los micronutrientes necesarios a lo largo de la vida.
Entrelos 20 y 30, según el portal bannerhealth.com además del calcio y la vitaminaD, es fundamental ácido fólico, hierro y B12. Esta última procede de alimentos de origen animal, por lo que quienes llevan una dieta vegetariana o vegana es posible que requieran esta vitamina en forma de suplemento. El ácido fólico es clave principalmente antes y durante el embarazo porque evita malformaciones congénitas como la espina bífida, mientras que el hierro ayuda a que la sangre entregue oxígeno al bebé.
En la fase de los 40 y 50, el calcio y la vitamina D siguen siendo imprescindibles, así como el Omega 3 y ácidos grasos que reducen el riesgo de enfermedades cardíacas y ayudan a la salud de las articulaciones. Y a partir delos 60, el organismo requiere esencialmente B12, porque absorbe con más dificultad esta vitamina que es importante para evitar la pérdida de memoria ya que mantiene la salud de las neuronas y la sangre.
Cada vez más se convierte en verdad aquello de que al final del día todo pasa por caja. Esto significa que no hay oferta o promesa que quede fuera de la lógica del mercado. La salud preventiva, con los suplementos alimenticios, no es la excepción y ha ganado un espacio que no está dispuesta a ceder, a través de la promesa de una vida larga, saludable y plena en bienestar.
Por ejemplo, la promesa del colágeno es mejorar la elasticidad de la piel y fortalecer los huesos. Sin embargo, no hay evidencia científica que haya confirmado estas bondades, según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria(EFSA). “No es necesario tomar más colágeno; con el que obtenemos a través delos alimentos es suficiente. El colágeno ni siquiera se detecta en sangre, es decir, en los análisis no suele examinarse. Ingerir más colágeno sí que está justificado cuando se sufre una patología que disminuye su presencia en el cuerpo; un ejemplo es la hiperlaxitud articular”, señala la especialista JuditSánchez Raya, Jefa de Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona (lavanguardia.com). En lo que sí sostiene que hay evidencia es en que disminuye el dolor articular en jóvenes y adolescentes deportistas. También explica que el colágeno se prescribe a pacientes jóvenes con preartrosis, pero combinado con glucosamina, condroitina y vitamina C. Eso explicaría que “si nos topamos con un suplemento de colágeno en la farmacia que indica que ayuda al normal mantenimiento de los huesos, lo más probable es que presente otro nutriente como el magnesio. Ahí hay truco: esa propiedad no está autorizada en el caso del colágeno, pero sí del magnesio”, señala en el mismo portal.
El calcio, por su importancia vital en todas las etapas de la vida, ha sido fuente de promesas por parte de la industria. Según el portal health.gov, obtener calcio es especialmente importante para los niños y adolescentes, para los adultos jóvenes y para las mujeres después de la menopausia. De modo que lo mejor parece ser la ingesta natural en la dieta y si optamos por el suplemento calcio, un médico podría orientarnos acerca de cuál es la mejor forma de absorberlo y fijarlo en el organismo.
Son una tentación que el mercado pone en percha y muchos de nosotros los consumimos solo “por si acaso”, sin necesariamente tener en cuenta las dosis que contiene de cada elemento. Nuevamente la interrogante: ¿qué necesitamos, por qué y para qué? No es lo mismo consumir un multivitamínico porque queremos más energía durante el día, que para asegurar que nuestro organismo tenga todos los nutrientes. Si lo que buscamos es lo primero, una exploración más completa nos conducirá probablemente a otro producto.
Los sueros inyectables también aparecen como seductoras fórmulas, casi diseñadas a pedido. Si en un momento determinado, la vitamina C inyectable se impuso en el mercado de salud preventiva, junto a ella, empezaron a ofrecernos, como pócimas mágicas, un sinnúmero de añadidos contra el estrés, para el buen sueño, para fortalecer el sistema inmunológico, para la memoria y muchos etcéteras más.
Un exceso de vitaminas no necesariamente conduce a una mejor salud. Hay casos en que ocurre lo contrario. Por ejemplo, en el caso de la vitamina C, además de no haber suficiente evidencia de que combate la gripe y los resfriados, un consumo excesivo y prolongado, sin necesidad, podría ocasionar problemas colaterales.Algo similar ocurre con el exceso de K y D.
J.M.Mulet, en su libro Comer sin miedo, señala que estudios hechos a partir de datos recogidos por unos ochenta y tres mil médicos indican que no hay ninguna mejora en la salud cardiovascular entre los que toman más vitaminas y los que no. “Otro estudio británico estuvo suplementando a veinte mil adultos con vitamina C, E y A durante cinco años, y tampoco constató ninguna mejora en la salud cardiovascular ni se ha probado que protejan los depósitos de colesterol en las arterias”.
No es cuestión de descalificar la función de las vitaminas y suplementos dietéticos, sino de asumir que no existen los suplementos “talla única” y tomar conciencia de cuándo, por qué y para qué ingerirlos. Dejar fuera la obsesión por ellos es importante, ya que, así como ocurre con la cosmética, la comida saludable, los alimentos orgánicos, la belleza, la moda, etc., el mercado los ha coptado para prometernos felicidad, y una larga, bella y buena vida.