Marcados por el antes y después de la tecnología, los llamados nativos digitales conforman la generación Z. Revista Cosas nació junto con ellos, por eso queremos detenernos en estos jóvenes que hoy están moviendo el mundo. Queremos saber más: qué sueñan, qué sienten y qué piensan en un mundo caótico, digital y desafiante.

Por Martha Dubravcic. Fotos: Getty Images y 123rf

Si algo define a la Generación Z es el haber nacido en el momento en que lo digital se toma el mundo. Los códigos de la digitalización les pertenecen, no tuvieron que adaptarse, sino que los aprendieron de manera tan natural como un bebé aprende a hablar o a caminar. Algunos hacen una disección más precisa: los Zillennials son “una micro-generación” nacida entre 1992-1998, los cuales son muy jóvenes para ser Millennials, pero muy grandes para ser Generación Z. En ambos casos, el ser nativos digitales los define.

Sin embargo, ¿qué hay en esta generación de la que se dice que es la más ansiosa, la más sensible a los problemas sociales, pero al mismo tiempo la más individualista?;¿qué hay de la generación que se come el mundo, pero que parece desorientada sobre su futuro y las formas de construirlo? 

Queremos explorar el mundo Z y, para ello, fuimos en busca de testimonios y de estudios sobre esta población que hoy es el presente y que representa casi el 30% de la población del planeta.

LOS TEMAS Z

“La inteligencia artificial y la libertad son los temas que despiertan mi interés, porque creo que ambos están relacionados: con el paso del tiempo y el desarrollo de la IA podemos ir perdiendo la libertad. Con la aparición de los móviles, el GPS, las cookies de internet, los chips que eventualmente se busca implantar a la población, me da miedo que pueda generarse una especie de mente colmena (aquellas que carecen de voluntad y libre albedrío). Estoy muy a favor de la inteligencia artificial hasta el momento en que esta pueda llegar a sustituirnos, porque me asusta que lleguemos al punto de no ser necesarios, y probablemente pase mientras estoy vivo, porque esto cada vez va más rápido”, dice Miguel. 

Estos temas gatillan la mente de los Z.  Para Miguel es la IA, mientras que para Nicole es el tema del abuso a los animales. “Me preocupa mucho cómo se usan animales para pruebas en productos de grandes industrias. No existen derechos que los protejan ni tampoco un freno legal para las empresas que utilizan este tipo de pruebas. Las condeno totalmente”, dice ella. Para Ana, en cambio, la inclusión es el tema de debate. Inclusión en todos los niveles, desde aquella de las minorías sexuales, la diversidad de identidades, de razas… “No es posible un mundo donde la discriminación sea normalizada, y me refiero a dejar fuera a quienes piensan distinto al status quo, pero también a conductas como la homofobia, xenofobia, gordofobia y muchas otras que, alimentadas por las redes sociales, nos han ocasionado incluso problemas de salud mental”, afirma.

Precisamente la salud mental es lo que, según algunos especialistas, está cada vez más presente en las poblaciones jóvenes. Es uno de los asuntos que más inquieta a Isabel. “No sé si sea un factor genético o es que somos una generación hiperestimulada, o simplemente es algo que ahora es más visible y antes se ocultaba, pero nosotros, la generación Z, somos tremendamente sensibles a padecer problemas de salud mental, empezando porque un altísimo porcentaje de los chicos y chicas de mi edad tenemos ansiedad. De allí, muchos entran en depresión, y si su entorno cercano no está atento a intervenir y prestarles ayuda, las consecuencias pueden ser gravísimas, desde adicciones hasta el suicidio”.

Y Julia, a sus 22 años, enfoca su interés en lo mismo. “La decadencia de la salud mental en los jóvenes de hoy en día exige que la gente se informe al respecto para derribar mitos y estigmas alrededor de los trastornos mentales y sus síntomas. Por otro lado, me inquieta los malos entendidos y concepciones erróneas que nos vuelven híper-alertas y sensibles al malestar psicológico que, hasta cierto punto, es necesario y no requiere arreglo o terapia. Justamente es por eso que existen tantos jóvenes diagnosticados informalmente que afirman sufrir de problemas de salud mental cuando no manifiestan los síntomas establecidos para recibir un diagnóstico. Eso altera las estadísticas reales de salud pública y es un problema”.

EL DINERO Z 

El dinero pareciera tener un valor relativo en la vida de los Centennials; la posición de Miguel es clara: “Su presencia o ausencia nos hace mal a todos, crea diferencias y una escala de poder inmensa y eso nos hace crueles. La pobreza y la riqueza existen gracias al dinero, y por ello se producen fenómenos como el caso de Jeffrey Epstein, una prueba de que el dinero contribuye a muchas mafias criminales, nos corrompe y nos vuelve capaces de hacer el mal por necesidad. Estoy sometido al sistema capitalista y estoy cómodo con él, pero me gustaría no estarlo. Y estoy cruelmente cómodo porque estoy en el lado afortunado de la balanza. Mi utopía sería una sociedad en la que no existiera el dinero”. 

Ana señala que sí le importa, pero mucho menos que otras cosas, como conocer el mundo, otras culturas, divertirse y aprender. “El dinero solo tiene sentido si lo usas o lo inviertes, no si lo acumulas”, afirma. “Mis abuelos y mis papás querían acumular dinero para sentirse seguros en este mundo, entonces ahorraban, compraban una casa, o lo guardaban en un lugar cuidado y ¿después qué?.

Lili, a sus 23 años, siente que el dinero y lo material son cosas importantes porque le dan oportunidades “y cuando no lo tienes, te las arrebata. Aunque no es algo que va a darle un sentido a la vida, sí considero que es algo muy importante y limitante a la vez”.

También se impregna la mirada realista de Julia: “Veo al dinero como el medio para nutrirme intelectualmente, evolucionar espiritualmente y ejecutar mis ideas. La educación financiera es de extrema importancia. Considero que es primordial derribar la idea de que darle importancia al dinero está mal porque vivimos en el sistema capitalista que exige eso de nosotros a cambio de las herramientas y oportunidades necesarias para cumplir nuestras metas. Todo esto lo digo desde un lugar de privilegio porque nunca he tenido que luchar ni sacrificarme por obtenerlo. A pesar de que este y lo material van de la mano, le doy la importancia suficiente a lo material como para vestirme a la moda y renovar mi armario cada cierto tiempo, tener a la mano los best sellers y acceder a la tecnología lanzada al mercado recientemente”. 

LA EXPERIENCIA Z

La generación Z privilegia la experiencia por sobre otras cosas y sobre otras formas de conocimiento. Ellos buscan explorar la vida. La razón parece ser que se trata de una población híperestimulada sensorialmente, y esos son precisamente sus canales para apropiarse del mundo. Tan importante es la experiencia que, muchos jóvenes, se angustian si no las tienen o si sienten que no viven de manera significativas. Miguel nos cuenta lo importante que es para él. “En la balanza considero que lo experiencial es más valioso para mí porque tengo miedo de perderme vivencias. Por ejemplo, cuando salen mis amigos yo también voy, aunque no tenga ganas porque no quiero pensar que ellos están pasándola bien mientras yo estoy encerrado en mi habitación. Tengo miedo de perderme situaciones que me puedan nutrir y de las que pueda aprender”.

Sobre el valor que le dan a la experiencia, los Gen Z coinciden en afirmar que es “muchísimo”. “Lo mejor que podemos hacer es invertir en estimular la mente y los sentidos; aprender, percibir y escuchar para tener nuevas ideas. Siempre he buscado acumular historias que contar y eso me ha impulsado a hacer cosas a pesar del miedo que me producen”, dice Julia. “Todo se reduce a ampliar tu cosmovisión y apertura porque eso es lo que el mundo necesita: la capacidad de comprender lo diferente para entonces dejar de huir de ello o rechazarlo. La experiencia otorga conocimiento y el conocimiento nos vuelve más libres al propiciar el pensamiento crítico. Me encanta viajar y pienso que es lo mejor que uno puede hacer si tiene la oportunidad. Priorizo sentirme viva, y tener siempre presente lo bien que se siente existir en este mundo. Me aterra caer en la monotonía y me encanta la espontaneidad”, afirma.

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