Pedro Sánchez, de España, prefiere ensaladas y pescados, Emmanuel Macron es el presidente más conocedor de la gastronomía que ha pasado por el Palacio del Elíseo y a la Reina Isabel le encantaban los filetes gaélicos. Los secretos y curiosidades de sus cocinas…

Redacción Cosas. Fotos: Getty Images

Este afamado grupo de chefs cocinan para los más altos cargos: jefes de Estado y gobierno y son los artífices de la ‘gastrodiplomacia’. Tienen contratos de confidencialidad, todo lo
que digan puede tener trascendencia.

Veinticinco cocineros integran el club filantrópico Chefs des Chefs, fundado por Gilles Bragard en 1977, que celebró en España su cumbre anual y una cena benéfica en favor de la ONG de José Andrés, World Central Kitchen, antes de ser recibidos por el presidente Sánchez.

Bragard lo define como “el G20 de la gastronomía”, un grupo de profesionales que guardan las tradiciones culinarias de sus países, son embajadores de sus productos, responsables del bienestar de los mandatarios del mundo y ayudan a sus jefes de Estado y de Gobierno en la diplomacia, “porque si la política divide a los hombres, la buena mesa les une”.

Entre ellos está José Roca, que cocina en la Moncloa desde hace 44 años. De su actual inquilino, Pedro Sánchez, dice que es “muy agradecido a la hora de comer” y en sus menús suele haber ensaladas y más pescado que carne.

Este afamado grupo de chefs cocinan para los más altos cargos: jefes de Estado y gobierno y son los artífices de la ‘gastrodiplomacia’. Tienen contratos de confidencialidad, todo lo que digan puede tener trascendencia.

Gilles Bragard, fundador y secretario general de Chefs des Chefs, un club gastronómico y filantrópico que aglutina a 25 chefs de jefes de Estado y de Gobierno –solo dos son mujeres, Elmarie Pretorius, jefa de cocina del presidente de Sudáfrica y Cristeta Comerford, responsable de cocina del presidente de Estados Unidos.

“Cosas sencillas, normales”, comenta quien ha trabajado para todos los presidentes democráticos: “Cada uno tiene sus pros y sus contras, pero nuestro principal valor es la discreción”. Cuenta además que Sánchez y su familia comen esqueixada de bacalao, solomillo con reducción de Oporto y patatas al horno y helado de chocolate. En su trabajo, estos cocineros intentan ser creativos porque es complejo alimentarlos a diario y el menú debe ser divertido así como nutritivo; tienen que jugar con los mismos productos para que no se aburran de los platos. En el caso de España, es Roca quien les propone los menús y ellos hacen los cambios que desean; si hay invitados internacionales, la cocina se convierte en “una embajada de España”, presumiendo de la despensa nacional.

Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno de España, le gustan los sabores tradicionales de la paella, pero también comida del diario. Foto: Antonio Heredia

MÁS CAPRICHOS PRESIDENCIALES:

Lo mismo ocurre en el Elíseo, a cuyos fogones llegó en 1977 Guillaume Gómez, hijo de un emigrante español. Autor de À la table des presidents (En la mesa de los presidentes) y hoy embajador especial de gastronomía gala, explica que “Jacques Chirac era muy ‘gourmand’, Nicolas Sarkozy no bebía alcohol pero amaba los buenos productos, François Hollande adoraba la gastronomía francesa y Emmanuel Macron es el presidente que mejor la conoce”.

Como sus colegas, es un firme defensor de la gastrodiplomacia, porque con sus menús, especialmente cuando reciben a mandatarios foráneos, hablan de sus territorios, sus productores y transmiten valores económicos y humanos.

Entre los miembros de este club existe el teléfono azul, por el que se comunican los gustos de cada presidente o monarca cuando viaja. “A la reina de Inglaterra le gustaba mucho el foie gras, y lo pidió expresamente en su último viaje a Francia, a su hijo Carlos no”, revela Bragard.

A la reina de Inglaterra le gusta el foie gras, plato que no entusiasma a su hijo el príncipe Carlos; Nicolas Sarkozy detestaba las sobremesas en el Palacio del Elíseo, por lo que suprimió los quesos de las comidas oficiales, costumbre que recuperó su sucesor en el cargo, el socialista François Hollande; Angela Merkel acostumbraba a comer cocina tradicional.

Así mismo recordaron que en alguna ocasión, George Bush (padre) confesó que no le gustaba el brócoli, ni de niño, ni de mayor, ni como presidente de Estados Unidos. Lo que consiguió es que los productores de brocóli se manifestaran delante de la Casa Blanca pidiendo que se retractara.

Mukesh Kumar cocina para un presidente vegetariano, Ram Nath Kovind (India), lo que no supone ningún problema para él, pero sí rebajar el picante cuando recibe a dirigentes extranjeros, según contó en una entrevista.

El camboyano Yen Chanty alimenta a Justin Trudeau (Canadá), que hace mucho ejercicio, come un montón y le gusta la comida local, pero también experimentar otras cocinas. La paella y el jamón ibérico españoles figuran entre sus preferencias internacionales.

Foto: Chris Jackson/Getty Images

Una de las dos mujeres de Chefs des Chefs, Elmarie Pretorius, (Sudáfrica), reconoce que es un trabajo difícil porque deben estar disponibles 24/7, incluso por teléfono, en caso de antojo presidencial.

UN TRABAJO COMO NINGÚN OTRO

Atentos a alergias, intolerancias y restricciones alimentarias por religión en cada recepción internacional, intentan dar lo mejor de sí y de la gastronomía de su país, recuerda Fabrizio Boca, para quien la pasta es un emblema, tanto en los menús de los presidentes italianos (“cada uno prefiere la cocina de su región”, comenta) como a la hora de cenas oficiales con mandatarios extranjeros que visitan Roma.

Christian García es, por su parte, el chef oficial del príncipe Alberto de Mónaco y también el presidente desde hace 15 años de este club tan selecto de cocineros. “No trabajamos como los jefes de restaurante tradicional”, especifica.”En un restaurante en la calle, la gente es cada día distinta. Para nosotros siempre es el mismo cliente y debemos de ser creativos. Tenemos que hacer una cocina para una recepción oficial, dirigida a los visitantes, pero también tenemos que hacer la cocina para la familia, la del día a día, una ensalada, una sopa, la más sencilla y doméstica”. Christian sabe de lo que habla porque, además de haber estado durante 17 años con el príncipe Rainiero (al que por cierto le encantaban los huevos y García recuerda que su primer plato para él fue un soufflé de huevos y queso), lleva también 18 años con el príncipe Alberto, la princesa Charlène y los pequeños gemelos de Mónaco para los que cocina a diario. Curiosamente, García también tiene gemelos propios.

La misión de estos chefs no es sencilla: ellos deben ser creativos, recursivos y sobre todo estar a la altura -diariamente- para cumplir con su labor y deleitar el paladar de sus jefes y de los invitados de estos… Foto: Pascal Le Segretain/Getty Images

Vinculados en muchos casos a contratos de confidencialidad, son sumamente reservados. Recuerda Bragard que se dijo que a Chirac la gustaba la ‘tête de veau’ (cabeza de vaca, un plato tradicional francés) y no había viaje en el que no se lo cocinaran o que cuando George Bush confesó que no le gustaba el brócoli y sus productores se manifestaron ante la Casa Blanca.

(Foto: Kevin Dietsch-Pool/Getty Images)
Foto: Andreas Rentz/Getty Images

Ocupan puestos de máxima confianza y casi se sienten parte de la familia de aquellos para quienes cocinan, aunque, recuerda Bragard, “los presidentes pasan pero los chefs se quedan”.