Envueltos en el amor romántico, muchas veces obviamos estos temas que, tarde o temprano, salen a laluz en un matrimonio. Abordarlos antes de la boda puede hacer la diferencia entre un matrimonio en crisis y uno exitoso y duradero.
Por Martha Dubravcic. Fotos: Getty Images
Aunque suene radical y tajante, es lo que muchos diríamos a nuestros hijos: no te cases sin antes conversar y llegar a acuerdos sobre estos temas.
Quizás este es el tema crucial de toda unión de pareja; un acuerdo al que todos deberíamos llegar antes de sumergirnos en el romántico abismo. Los hijos debenser una decisión y no un azar, menos aún un error. Si uno de los dos quiere la paternidad y el otro no, tendrán que negociarlo, o incluso renunciar a la unión si es un punto irreconciliable. Ocurre mucho en parejas en que una de las dos partes ya es padre o madre; entonces es usual que uno quiera y el otro no, sin embargo, no es que una postura sea correcta y la otra no, es el espacio privado de cada uno; la clave será hablar de aquellas expectativas que cada uno tiene sobre la paternidad/maternidad. Pero viene otro dilema cuando la pareja ya ha tomado la decisión, y es la crianza.
¿Cómo percibe cada uno la educación de los hijos? Hay padres o madres que reclaman un exceso de permisividad y otros un exceso de exigencia y disciplina. Otras discusiones vienen a la hora de elegir el colegio para los hijos, y las discusiones se ramifican desde el estilo del colegio, el estatus social que ofrece, el lugar y la distancia, etc.
Lo cierto es que la responsabilidad de ser padres es tan profunda como irrenunciable una vez que la asumimos, y se manifiesta en lo grande y en lo pequeño, en lo rutinario y en lo vital.
Parece algo menor pero no lo es. Dónde vivir es una decisión importante y aunque muchas veces se ajusta más a las condiciones económicas y laborales, tener una claridad de base será importante como, por ejemplo, querer vivir en la ciudad y no en el campo; querer vivir cerca de los trabajos o de alguna de las familias, tener apertura para cambiar de ciudad o de país. Incluso hay parejas que por sus estilos de vida no están dispuestos a cambiar ciertas cosas, como casa con espacio verde (para las mascotas) o el sector de la ciudad que consideran más adecuado. Hablarlo es el primer paso hacia un acuerdo.
Transparentarlas economías, claro que sí. Llegar al matrimonio con la claridad de “esto es lo que tengo y esto es lo que debo”, así también si alguno tiene compromisos económicos permanentes o temporales con padres, hijos, hermanos, etc. son aspectos que la pareja debería conocer. No importa si llevamos economías separadas o unificadas, lo fundamental es ser transparente con ello y no guardar secretos.
Muchas parejas enfrentan crisis e incluso llegan a la ruptura por no develar el tema económico. En algunos casos se mantienen secretos desde el inicio, en otros casos es durante el matrimonio que se ocultan fracasos económicos y es ahí cuando se abre la brecha de la desconfianza y una de las partes debe caminar sola y en silencio con el problema. Ocurre que a veces nos sentimos juzgados por el otro, sentimos vergüenza o culpa de asumir un quebranto económico y una mentira blanca lleva a otra y a otra, hasta que se hace insostenible. Todo esto es evitable cuando lo que prevalece es la confianza y la decisión de resolver juntos los temas de dinero.
Damos por sentado que los roles se irán acomodando, o que no es necesario definirlos con tanta agudeza, hasta que algo explota y un remolino de emociones aparece.Si el esposo espera de la pareja un rol doméstico y de cuidado de los hijos y este no es el rol que ella está dispuesta a ejercer, habrá que poner los puntos sobre las íes. Si la esposa espera el rol de proveedor de su esposo y ella tener un rol económico muy débil, deberá plantearlo y ver si ambos están de acuerdo en ello.
Los roles domésticos son cosa aparte. ¿Será un rol femenino?, ¿de pareja? ¿de familia? ¿El cuidado de los hijos, las compras, los médicos y la relación con el colegio, la asumirán ambos o solo uno de los dos? Parecen aspectos menores, sin embargo, cuánto conflicto ahorraríamos si abriéramos esta conversación a tiempo.
Aquello de que “todo es negociable” es falso. Todos tenemos nuestra pequeña o gran lista de “no negociables” y eso debe conocer nuestra pareja, desde antes del matrimonio. Precisamente porque en aquellas cosas que no estamos dispuestos a negociar la otra persona puede estar involucrada.
La fidelidad es -quizás para la mayoría- un tema que no se negocia y si esto sabe nuestra pareja, tendrá mayor claridad sobre lo que puede ofrecer y pedir en este aspecto. Otro tema podría ser la relación con la familia de origen; en muchos casos la pareja espera que uno renuncie a su familia en el momento en que va a formar un nuevo núcleo y el otro no está dispuesto a hacerlo. “Yo veo a mis padres todos los fines de semana y hablo con mi mamá todos los días y no estoy dispuesto a dejar de hacerlo”, ejemplifica que la persona nos está mostrando que este es un tema que no está dispuesta a negociar. La religión podría ocupar también el espacio de los “no negociables”, cuando alguno tiene un compromiso con determinada fe y las reuniones y prácticas que conlleva.
Pero los “no negociables” pueden extenderse también a otros aspectos que podrían sonar más frívolos e incluso egoístas, como viajes con amigos, vacaciones en solitario, etc. No cabe juzgarlos, es suficiente saber que exponerlos es legítimo y escuchar los de la otra parte es necesario.
Qué planes y proyectos tenemos, ¿qué esperas tú de la vida, qué espero yo, cuál es mi propósito y cuál es el tuyo’ y… -quizás lo fundamental- ¿nuestro propósito y nuestros planes convergen?
No es que alinear el futuro sea un tema de planificación estratégica, donde se deba incluir metas, medidores y tiempos de ejecución, pero sí avizorar hacia dónde como pareja desean caminar y cómo recorrer la ruta disfrutando del paisaje.Suena metafórico, quizás, pero unir dos vidas, y traer nuevas al mundo, sin una hoja de ruta de qué queremos en 5, 10, 20 años, puede ser algo como hablar idiomas distintos y pretender de comunicarse efectivamente.
Es posible que la pareja tenga metas y propósitos distintos, tanto en lo personal como en lo profesional, y que al abrir esta conversación se puedan construir algunos en común, en un escenario que ambos estén dispuestos a abonar.
Carla es vegana y su novio Mario no. Gabriela va al gimnasio tres horas por semana yRafael es de práctica diaria pues es deportista consumado. Ambas parejas, que aún no se casan, están allanando el camino al conversar y buscar cómo conciliar estas diferencias. En el caso de Carla y Mario, además de coordinar la alimentación diaria, deben considerar que todos los fines de semana, es habitual comer en casa de los padres de Mario que, por supuesto, tampoco son veganos. En el caso de Gabriela y Rafael, ella debe saber que la disciplina deportiva de su novio va a significar rutinas extenuantes y tiempo de entrenamiento que incluye fines de semana.
Costumbres, manías, rutinas, formas de vida… Hay cosas que en el día a día pueden incomodar o sacar de lugar al otro, dentro de la pareja. Si uno ama las mascotas y el otro no, estamos frente a un problema, del tamaño que queramos verlo. Lo propio ocurrirá con estilos de vida, como si uno es amante de la vida social y de recibir amigos en casa y el otro no.
Si es fácil o difícil ceder o hallar el punto intermedio, dependerá de cada pareja; lo que sí es importante es conocer estos escenarios y estar dispuestos a habitar la arena del otro diferente.
Recientemente una amiga me contó que terminó su relación afectiva porque su novio es bipolar y, tras meses de ocultárselo, le había confesado con algo de vergüenza. Sin embargo, no terminó la relación por eso ,sino porque él no hizo nada por controlar su problema, abandonó su medicación y minimizaba el tema. Hay casos más complejos, como el de parejas en que uno delos dos es esquizofrénico, parejas en que alguno atraviesa por estados depresivos y otras en que ansiedad ha cruzado su puerta y parece haberse instalado para siempre.
El tema de la salud mental y estabilidad emocional es tan importante como el de la salud física. Cualquiera que sea el mal que aqueja, es importante compartirlo con la pareja, no solo para encontrar en ella un soporte (que es lo más probable), sino por una suerte de derecho de la otra persona a saber qué proceso de salud deberá acompañar en esta nueva etapa.
Hablar de la salud no es tema grato y mucho menos fácil. A veces no se trata de afecciones actuales, sino te enfermedades del pasado. Por las connotaciones ysecuelas que estas podrían tener, esta es información que deberíamos entregar ala pareja con antelación, antes de un matrimonio.
Aunque parezca insólito, la mayor parte de rupturas matrimoniales se dan por la presencia -injerencia- de la familia extendida o por falta de límites con ella. Diseñarla cancha con trazos claros sobre límites, tiempos y tipos de relación con las familias de cada uno hará la diferencia para una convivencia armónica.
Suele pasar que pensamos que esta relación es predecible y no siempre lo es. Suele pasar que una vez casados la pareja se da cuenta de que el otro es codependiente de su familia (sobre todo padres); suele pasar que uno espera que el otro se una a las visitas y actividades con su familia de origen y esto puede incomodar a la pareja; como suele pasar también que los fines de semana, en lugar de tiempo en pareja, resulta casi obligatorio dedicarlo a las familias extendidas. Todo está bien si a nadie incomoda, pero cuando significa sacrificio de alguno de los miembros de la pareja, los enojos, frustraciones están a la vista y la explosión a espera de un nuevo detonante.
Al inicio es un espacio de tanta plenitud que podríamos pensar que jamás va a cambiar. Sin embargo, como todo, el plano sexual va adaptándose a un espacio y se va configurando una rutina que a veces suele tomarse a la pareja. Cuán importante es la actividad sexual para ambos, qué experiencias buscan en este espacio, qué frecuencia es importante para el uno y el otro, suelen ser aspectos que quedan fuera de discusión y de conversación cuando el enamoramiento es el envoltorio de una relación.
En algunas parejas, el sexo no es lo primordial, sino la intimidad. En otras elsexo es vital y frecuente. Y en este escenario algo que puede ser un tema de conversación es el tipo de sexualidad que esperan ambos, si es basado en el coito y el orgasmo o en el disfrute de la intimidad. Son miradas distintas y expectativas diferentes que bien podrían ahorrar frustraciones y fracasos si se conversan antes y no se asume que en cinco, diez o quince años, el sexo será como el primer día.