Pocos fenómenos son tan universales y tienen tanto impacto en la vida; el amor romántico es uno de ellos y su poder se explica porque incluso los más incrédulos, en algún momento de la existencia, creen en él. Aquí tratamos de entender, principalmente qué nos suma y qué nos quita.
Por Martha Dubravcic. Fotos: 123RF
Dicen que no importa la edad a la que uno se enamore, pues siempre uno vuelve a sentirse adolescente. Dicen que no importa las veces que uno se enamore, pues siempre se vuelve a fojas cero y a experimentar el amor con todos sus componentes: desde las mariposas en el estómago, la ilusión de un mensaje, hasta los incontenibles niveles de oxitocina y dopamina.
Pareciera -y enhorabuena- que no es posible escapar de la magia del amor romántico y que éste, en cualquier etapa de la vida, aparece, suave o abruptamente, nos toma, nos nubla la mirada y nos lleva a un vuelo por las nubes.
El amor romántico parece ser el puente necesario, el único, para llegar a aquel otro amor, el sólido, en cal- ma, duradero y maduro. Y quien haya tratado de saltarse este camino o quien, por infortunio, no haya vivido el romanticismo, se pierde de un pedazo de existencia precioso, en el que vibran en armonía cada uno de nuestros sentidos junto con nuestra alma.
CONOCER Y DIFERENCIAR
Siempre pensé que el amor era un sentimiento difícil de describir con el lenguaje y que solo podría definirse desde la experiencia; tanto así que todo intento resultaría infructuoso. Hasta que encontré la aproximación más intelectual posible acerca del amor, en el libro de Bell Hooks, “Todo sobre el amor”. Me costaba creer que alguien haya sido capaz de escribir más de 250 páginas acerca del amor y no en género de novela o poesía, sino desde una aproximación casi académica.
Cuidado, afecto, responsabilidad, respeto, compromiso y confianza, son los elementos que hacen y dan forma al amor (hablamos de todos los tipos de amor, no únicamente de pareja). Si contrastamos esta definición con la más usual que proporcionan los diccionarios, que tienden a resaltar el romanticismo, describiendo al amor como “un afecto profundo, tierno y apasionado hacia otra persona, basado primordialmente en la atracción sexual”, o como un sentimiento “expresivo, amoroso y placentero”, queda clara la diferencia.
El amor romántico tiene que ver con la entrega apasionada, con aquello que una persona siente hacia otra y en algún punto tiende a sexualizar el concepto. Si vamos más allá, el amor, desde la perspectiva de Bell Hooks, es un concepto completo y circular. Es posible que el amor romántico solo tome algunos elementos de este concepto, sobre todo el afecto y el cuidado.
VIVIR EL ROMANTICISMO Y DARLE SU LUGAR
Resulta tan intenso y pleno que nos atrevemos a decir que nadie podría renunciar a vivir y sentir el cúmulo de emociones y sensaciones que entrega. Cuando iniciamos la conquista, cuando decidimos sumergirnos en las aguas del romanticismo y navegarlas de cara al viento, el enamoramiento es el envoltorio de la relación.
La oxitocina en el cuerpo hace su trabajo y de pronto, vemos cómo todo funciona perfecto, nuestra energía y vitalidad son superlativas, nuestra sonrisa es permanente, nos desborda el optimismo y nuestros sentidos se vuelven más agudos para disfrutar de cada cosa que los estimula.
El relato es poderoso, no en vano películas, novelas, poesías, anuncios, libros, y ahora redes sociales, expanden la fórmula del romanticismo y se nutren de ella. Se trata quizás de la narrativa más contagiosa frente a la cual sucumben hasta los más escépticos. Desde el punto
de vista de la ciencia, en esta etapa la pareja es el centro de nuestra vida y al parecer “existe una ‘suspensión del juicio negativo’, es decir, perdonas o no le das tanta importancia a los errores o defectos de tu pareja. En esta etapa se activan los factores inconscientes como la atracción y la activación del sistema de recompensa; por ende, se liberan altos niveles de dopamina, uno de lo químicos que desencadenan la sensación de placer”, señala el portal gq.com.mex en el artículo ¿Cuánto dura el amor según la ciencia?
CUIDADO CON LA DEPENDENCIA
Aunque a veces elegimos ver solo lo bueno, el amor desde el romanticismo tiene muchas implicaciones, y su mayor problema no es el que dura poco; ese -por así decirlo- es el mal menor.
Este tipo de amor exalta todas las emociones, y hace posible que vivamos intensamente todo, las alegrías y el sufrimiento; existe la sensación de que no se puede vivir sin el otro y la idea de que, como el amor todo lo puede, en nombre del amor, podemos hacer cualquier cosa. Seguramente ya están prendiendo las alarmas e identificando una suerte de codependencia. Es así. Dejamos de definirnos y de vernos en la individualidad, es decir que solo entendemos nuestra vida en la medida en que estemos unidos a la otra persona.
¿Cuándo el amor romántico se torna limitante e incluso tóxico? Cuando nos anula como seres humanos y solo existimos a través del otro. El portal infopalante.org nos muestra algunas señales que llaman la atención: depender de la otra persona y adaptarse a ella postergando lo propio; perdonar y justificar todo en nombre del amor; pensar que es imposible volver a amar con esa intensidad; desesperar ante la sola idea de que la persona se vaya; idealizar al otro no aceptando que pueda tener algún defecto; sentir que cualquier sacrificio es positivo; hacer todo junto a la otra persona, tener los mismos gustos.
Un paso más allá, el amor romántico también puede bordear la toxicidad cuan- do alienta ciertos mitos y creencias, como por ejemplo, que las personas pueden cambiar por amor, que este supera todos los obstáculos, que el amor lo perdona y aguanta todo, que los celos son una señal de amor, que este implica posesión de la otra persona y, lo extremo, que amor y maltrato son compatibles (infopalante. org).
Hay también ideas más soñadoras que refuerzan manipulaciones más sutiles. Por ejemplo la idea de la media naranja y aquella que sostiene que hay un solo amor verdadero en la vida, o que solo se ama una vez. Desde esta narrativa, por su- puesto, nadie quiere perder al amor de su vida, cuando cree haberlo encontrado.
¿CUÁNDO SE VA EL AMOR ROMÁNTICO?
Una que otra pareja sostiene desde su experiencia que es posible prolongar y mantener este amor. Sin embargo, la mayoría de estudios indica lo contrario, con diferencias poco significativas en cuando al tiempo de duración.
Investigaciones recientes del Albert Einstein College of Medicine, señalan que el amor romántico dura alrededor de 28 meses y el enamoramiento intenso, un año y medio. Otros estudios señalan que en las mujeres la duración va entre seis meses y tres años.
Un artículo de Magaly Muciño, publicado en gq.com. mx, se refiere a un ensayo llamado Neurocuídate de Sara Teller, física y doctora en Neurociencia, quien asegura que lo que conocemos como ‘amor o enamoramiento’, es un coctel de hormonas de la felicidad cuyo efecto dura 15 meses. “La villana aquí es la ‘noradrenalina’, sustancia química que también puede actuar como neurotransmisor y es la que hace que este
estado no vaya más allá de este periodo”, dice el artículo. También hace mención a los estudios de la neurocientífica, experta en amor romántico Helen Fischer, quien afirma que “entre los 12 y 15 meses después de que el amor comienza, el subidón hormonal disminuye y el cerebro recupera su actividad normal, brindándonos una visión más clara de la persona que tenemos enfrente”.
ES NECESARIO RESIGNIFICAR EL AMOR
Vuelvo intencionalmente a una de las ideas con las que iniciaba esta nota: el amor romántico parece ser el puente necesario, el único, para llegar a aquel otro amor, el sólido, en calma, duradero y maduro. Entendiéndolo así, no es que sea hermoso pero inútil; por el contrario, es precioso y necesario, mientras no demos espacio a la manipulación ni a interpretaciones que invalidan a una de las partes.
Es parte de la madurez y la sabiduría asumir que el amor de esa manera, con todas las sensaciones físicas y emocionales a flor de piel, no perdurará para siempre. Será importante comprender que es muy legítimo que inicie así, que sin importar la edad, volvamos a ser adolescentes cuando aquellas mariposas vuelven a revolotear en nuestras entrañas. Pero será importante comprender también que el amor se transforma y va encontrando cordura y serenidad, que sus aguas se calman, que la complicidad toma forma, que la elección diaria de seguir con nuestra pareja es la mayor confirmación y que no es necesario renunciar a sí mismo para amar.
Otorgar este significado al amor lo hará duradero, y no la idea de que dos seres humanos se encontraron entre millones de posibilidades porque estaban predestinados y por lo tanto deben respirar uno del otro.