La soledad tiene un peso económico y social

“No tomes antidepresivos, mejor sal con tus amigos”.

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Por: Martha Dubravcic. Fotos: Getty Images y 123rf

La soledad ha dejado de ser una circunstancia o un estado que algunos desafortunados atraviesan. Hoy es un problema contundente en muchas sociedades y la factura de ello es gigantesca a nivel productivo y sanitario. Mitigarla ha empezado a ser tarea de muchas organizaciones y los estados, hoy por hoy, ponen foco en esta que ya es una epidemia.

“No tomes antidepresivos, mejor sal con tus amigos”. Cuando me encontré con esta frase en las redes sociales, ocurrió un remezón que me llevó a hurgar y buscar para entender cuán pesada puede resultar la vida en soledad y cuán beneficiosa puede ser la sociabilidad.

“La gente no sabe conectar, no quiere estar sola pero no sabe cómo vincularse. Este es el problema de fondo que ha llevado a Alejandro Freund a crear Ari, una asistente de IA. El servicio se enfoca en los Estados Unidos y consiste en ayudar a personas menores de 30 años a encontrar y consolidar relaciones.”

Pero más allá de intuiciones, nos pusimos a la tarea de encontrar sustento a esto; y resulta que las implicaciones van mucho más lejos; la soledad tiene también un impacto en la salud y un impacto económico en las sociedades, además del efecto sobre un aspecto intangible que es la calidad de vida. Hablamos de la soledad no deseada; de aquellas circunstancias en que la vida nos pone frente a uno mismo y, aunque miremos alrededor, la mirada vuelve a uno mismo; no hay más, y el reto es vivir y sobrevivir a cargo de nuestro bienestar.

Hasta hace unas décadas, la soledad era un sustantivo del romanticismo, útil para poetas y cantantes. Hoy es un tema social que se ha convertido en foco de estudio de médicos y terapeutas, y también de quienes tienen en sus manos políticas sociales y de desarrollo. Tanto así que en Estados Unidos recientemente ha sido declarada como una epidemia.

Raquel Pico, en el artículo Cuáles son los costes de la soledad publicado en ethic.es habla de que el surgimiento de la “epidemia de la soledad ha llevado a muchos
países a abrir, como es el caso de Reino Unido, Ministerios de la Soledad que se encarguen de luchar contra ella. “En el mundo del siglo XXI, ese que va tan rápido y en el que no paran de encadenarse crisis históricas, sus habitantes se sienten más aislados que nunca”, dice ella. Y se refiere inmediatamente al informe El coste de la soledad no deseada en España, realizado por expertos de las Universidades de A Coruña y Vigo, que señala en cifras que “el 13,4% de la población española sufre de soledad no deseada, un porcentaje que es ligeramente superior entre las mujeres (14,8%) que entre los hombres (12,1%)”. Hay otras cifras llamativas en dicho informe. Por ejemplo, que uno de cada cinco jóvenes españoles de entre 16 y 24 años confiesa que se siente solo. Además, dice, este es un problema que se enquista: los encuestados reconocen que llevan una media de seis años en esta situación.

Alejandro Freund conoce de cerca la realidad en los Estados Unidos. Él es cofundador de Ari, una aplicación que tiene el propósito de ayudar a que la gente haga conexiones afectivas reales, de lo que hablaremos líneas después. En Estados Unidos, según Alejandro, el 63 % de los hombres menores de 30 años están solos; 45% no han salido en una cita desde hace más de un año. El panorama es peor en Japón y Corea donde, según Freund, el 40% de los hombres menores de 40 años, nunca ha estado en una relación ni ha salido en una cita.

Las sociedades más golpeadas por la soledad son Japón, Corea, Finlandia, Suecia, Noruega, Alemania,EE.UU. y Canadá. En estos países se concentra la mayor
cantidad de población que se siente sola en cuanto a pareja y amistades. En Estados Unidos, el hombre promedio de menos de 40, tiene solo un amigo. En Latinoamérica, el escenario es distinto, pues la lógica de cómo se tejen las relaciones es también diferente. Por ejemplo, es común en nuestros países conocer
gente en reuniones sociales, en espacios de diversión y hay más redes de apoyo.El concepto de comunidad toma forma muy potente en nuestras sociedades y eso hace que la soledad aún no llegue a ser un problema que golpea tan fuerte como en otras latitudes. Nuestra dinámica social ocurre aún en base a redes, a vínculos de vecindario, a amistades que se conservan desde la infancia, ello mitiga el problema de la sociedad.

NO ESTAMOS DISEÑADOS PARA VIVIR AISLADOS

La tribu, la comunidad, son inherentes al ser humano. No es algo cultural, aunque algunas sociedades parezcan estar más entrenadas que otras para enfrentar la vida a solas. “Cuando tú tienes contención, cuando tienes una red de apoyo, una pareja con quien construyes futuro, cuando tienes expectativas sobre un mañana, todo eso tiene una repercusión muy potente en autoestima y seguridad”, dice Alejandro, y señala que ese apoyo emocional es lo que permite aspirar a los siguientes escalones que tienen que ver con generar contribución e impacto en otros. Quizás por eso se explica que tengan tanto sentido los grupos de intereses comunes, las actividades comunitarias, así como las plataformas digitales que facilitan esa interacción. Los índices de longevidad, por ejemplo, están vinculados directamente a la vida en comunidad y a la existencia de sociabilidad. No es casual, el ser humano vive mejor en comunidad, su esencia es esa.

EL PROBLEMA: NO SABER CONECTAR

La gente no sabe conectar, la gente no quiere estar sola pero no sabe cómo vincularse. Este es el problema de fondo que ha llevado a Alejandro Freund a crear Ari. El servicio se enfoca en los Estados Unidos y consiste en ayudar a personas menores de 30 años a encontrar relaciones. Una vez consolidado este nicho, piensa expandir Ari a otros públicos.

“Buscamos que la gente se conozca en persona y vea si hay potencial para que la relación evolucione”, dice. “Es una aplicación asistente, no es una aplicación de citas.
Ari te ayuda a que saques a relucir tus potenciales para que tengas un perfil más atractivo y obtenga más visitas, más contactos y más pretendientes. Trabajamos en que tu perfil tenga mejores chances de conseguir una cita. Y de ahí viene el asesoramiento pues mucha gente no ha salido en citas mucho tiempo y se pregunta qué decir, cómo vestirme, qué hago si me besa, etc.”. Esta idea rompe con la dinámica sanguinaria de ciertas aplicaciones pues, como señala Freund, las aplicaciones de citas son muy buenas para el top 10 % de la gente y tremendamente desiguales. “El top 10% de hombres recibe el 90 % de la atención. El 50% siguiente en rango recibe atención del 1% de las mujeres. Es un mecanismo destructivo, diseñado para generar hits de dopamina, como el casino o las redes sociales, pero no buscan crear vínculos sólidos a largo plazo, Ari busca ayudar a construir relaciones, rompiendo ese círculo vicioso”.



GENERACIONES SOLITARIAS

En el artículo de ethic.es, Raquel Pico afirma que la generación Z y los millennials son quienes se sienten más solos frente a las siguientes generaciones, en las que la
soledad baja, hasta volver a repuntar entre los mayores de 75 años. Décadas atrás, era impensable que una persona a los 30 no haya hecho vínculo afectivo o de pareja. Ahora la realidad es otra. Según Alejandro, hoy las redes sociales generan una expectativa tal vez irreal de lo que es la soltería, mostrando que significa diversión, libertad, autonomía. Sin embargo, dice, “esta tendencia se está revirtiendo; quizás hay una generación atrapada en el medio, que hoy tiene entre 30 y 40, que buscó esta libertad y ahora le resulta difícil volver a conectar. Pero las
generaciones más jóvenes experimentan un retorno, quieren conectar, echar raíces, quieren tener una casas, entienden por qué es importante cuidar las finanzas; la gente busca compañía porque hay un mañana”, dice.

SOLEDAD Y SALUD MENTAL

La soledad duele física y emocionalmente. Afecta la autoestima, provoca sentimientos de desamparo, aumenta el riesgo de desarrollar trastornos mentales y puede llevar a comportamientos autodestructivos. “El índice de suicidios en gente que está sola es cuatro veces mayor al de la gente que tiene compañía. Puede llevar al uso de sustancias y al aislamiento social extremo”, indica el creador de Ari. En la salud física también hay una repercusión probada. Las personas solas tienen más riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, Alzheimer, un sistema inmunológico debilitado y tienen menor esperanza de vida. El informe sobre el costo de la soledad no deseada que expone el portal ethic.es indica que “la depresión es mayor en la población que vive sola (39,3% frente al 6,9%), que experimentan más ansiedad crónica (37,8% frente al 7%) o más ictus (5,5% frente al 0,7%). También su percepción de la propia salud es peor que la del resto de la población: van más al médico, usan más medicamentos y afrontan más limitaciones para desarrollar tareas básicas de la vida cotidiana”.

EL COSTO DE LA SOLEDAD

Si partimos de la idea de que se trata de una epidemia social, es innegable que supone costos que impactan en la economía de los países. ¿De qué manera las personas solas le cuestan más a sus estados? Los costos sanitarios se elevan en cada país, debido a la mayor cantidad de consultas médicas, pasos por emergencias y estancias
hospitalarias. Todo esto traducido en números mostraría cifras que impactan en las economías. También la productividad se ve disminuía cuando la gente no tiene una pareja, alguien con quien compartir algún tipo de expectativa sobre un mejor mañana. Son grupos que rotan más en los trabajos, que tienen más ausencias y menos rendimiento. Pese a que no figura entre los países que registran más soledad, en España, si acudimos a las cifras, estas nos muestran que este segmento añade unos 6.101,4 millones de euros anuales en costos sanitarios y que en la productividad se pierden 7.848,4 millones de euros cada año. En total, la pérdida es del 0,67% del PIB (ethic.es).

Seguramente todos nos preguntamos cuál es la fórmula para mitigar la soledad y revertir estos escenarios. Y la única respuesta es fomentar la sociabilidad y las conexiones. Afortunadamente la gente está más abierta a conversar con terapeutas, los jóvenes con sus padres y los colegios mejor preparados para tomar acción. Y, aunque la pandemia y la migración hacia el trabajo remoto parecen no haber ayudado, hay países(Japón, China, Corea, Estados Unidos), que según el creador de Ari, están invirtiendo millones para combatir la soledad. Nuestros países aún no enfrentan un reto tan grande, en nuestro caso el camino es más bien - y enhorabuena- preventivo más que curativo.



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